viernes, 31 de mayo de 2024

Poetas piuranos II

                                                Armando Rojas

Arte de granujas*
Luis Alberto Castillo


A partir de la década del cincuenta, a la poesía peruana se la divide por décadas: poesía del ’50 (poetas “puros” y poetas “sociales”), poesía del ’60 (Cisneros, Heraud, Hernández, Hinostroza, Martos), poesía del ’70 (Hora Zero, Estación Reunida), pero entre generación y generación están los que no pueden ser catalogados dentro de los grupos ya nombrados. Poetas como Juan Ojeda y Armando Rojas, ambos ya desaparecidos, pertenecen a ese grupo de los insulares, pues su ubicación generacional no es definida.

A diferencia de los poetas generacionalmente próximos, cuya poesía tiende a la oralidad y al testimonio de lo concreto, Armando Rojas (Piura, 1945 - París, 1986) desarrolla un trabajo poético donde la palabra es asumida como el referente principal dentro de la obra, formalmente más elaborada.

Para el crítico peruano Alberto Escobar, Bosques (Lima, 1973), primer libro de poemas de Rojas, “muestra un severo trabajo en el nivel de la forma que a su turno, transparenta un difícil ejercicio intelectual, a fin de sojuzgar el desborde onírico y no consentir en la escritura automática ni en la orfebrería verbal. Su poética, acosada por un anhelo de concisión, pero también de fidelidad a lo esencial, enlaza ambos componentes y los somete a una textura de la realidad concebida como invención, e imagen de la imagen subjetiva” (Antología de la poesía peruana. Tomo II. Lima: Peisa, 1973, p. 120).

Después de algunos años de labor como profesor sanmarquino y codirigir –junto a Javier Sologuren y Ricardo Silva Santisteban– Creación & Crítica, una de las más importantes revistas literarias peruanas, Armando Rojas viaja a Francia, donde se radica. Desde allí llegan noticias sobre su trabajo poético y su labor de difusor cultural, como director de la revista bilingüe (francés-castellano) Altaforte.

S & Q, su segundo poemario, es publicado en París en 1979. A  propósito de este libro, quién mejor que Javier Sologuren puede darnos una opinión más certera: “Armando Rojas mantiene precisamente una notable unidad de forma y contenido en estos poemas. Una coherencia que solo tiene como sustento la inmediatez de la percepción poética, de ahí su fresca cascada, sus brillos nuevos, su ágil surgimiento” (Expreso, Lima, 11 de noviembre de 1979) [Recogido en Obras completas de Javier Sologuren. Tomo IX, Al andar del camino II. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 2005, pp. 47-49. Edición y presentación de Ricardo Silva Santisteban].

Posteriormente sabemos de la publicación en edición bilingüe de su libro de poemas El sol en el espejo (París, 1983), que tuvo una escasísima difusión. La temprana desaparición de este poeta deja truncas muchas expectativas sobre su poesía; sin embargo, Antares (Artes & Letras) ha editado póstumamente la última colección de sus poemas bajo el título de Arte de granujas, donde encontramos una poesía que conserva la magia del dominio verbal. El azar, el misterio, el juego, la imagen son elementos de una música secreta que recorre toda la poesía de Armando Rojas.

Difícil de definir, sin rótulo posible que la pueda encasillar en esta o aquella generación, escuela, corriente o lo que se llame, esta poesía solo podemos ubicarla en el marco mayor de la generación poética, la que no caducará al paso de las generaciones. Por eso, sería justo y necesario que las entidades públicas o privadas que tienen relación con las actividades culturales hagan posible la publicación de su obra poética completa.
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Lima: Antares, 1987. Esta reseña fue publicada en La Palabra, suplemento del diario Actualidad. Lima, 21 de febrero de 1988, p. XV.

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