Historia*, de Carlos Guevara Morán
Luis Alberto Castillo
A mediados de la década de los setenta surge en la cálida ciudad de Piura una generación de poetas que inician la publicación de sus poemas en la revista Ave Destino. Responsables de ella eran los jóvenes poetas Carlos Guevara, Sigfredo Burneo y Mito Tumi. Posteriormente, Guevara y Tumi se trasladan a Lima, donde siguen frecuentando a las musas y “fatigando la infamia”, como gustan decir, citando a Borges, por quien guardan gran admiración.
Con una concepción definida de la poesía y un estilo ya formado, Carlos Guevara (Piura, 1952) publica Cerrando los postigos (1982), libro escrito varios años antes de su publicación. Poemario donde se puede percibir un poco la influencia del maestro Jorge Luis Borges, contiene también el signo connotativo en la poesía de Guevara: el tono sombrío, escéptico, y el sentimiento de la frustración como una forma de existencia del hombre.
En 1983 Guevara obtiene el primer lugar en el concurso de poesía convocado por la Municipalidad de Lima, con su poemario Campo, publicado en 1985. En él su poesía se torna más íntima, y el poeta nos habla desde su propia experiencia, pero sin dejar de aludir a lo fugaz y azaroso del ser, así como a la soledad como característica de lo humano.
Su último libro, Historia, obtuvo mención honrosa en el concurso Julio Cortázar (Argentina) efectuado recientemente.
Para Carlos Guevara, la historia, más que relación de sucesos es un motivo para indagar en la conciencia de los personajes que, de alguna manera, han influido en el devenir de la humanidad y cuyos nombres permanecen en la memoria de los hombres. Seres míticos, héroes o divinidades se nos presentan en el acto en que lo temporal y lo eterno tienen su conjunción en el instante: “La simple ejecución de un acto / como escanciar el vino / es siempre indescifrable. Mirar el color de esta aurora / podría ser el mar en el porvenir / o una vasta tristeza, / o un corazón” (Darío / 485 a. C.).
Asimismo, su visión de la historia, y en consecuencia la del hombre, es pesimista. El mundo será siempre el mismo a través de los tiempos. Así nos lo sugiere en el poema final del libro: “Piensa en los dioses que han muerto, / en el destino de algunos hombres / que inútilmente buscaron la perfección / Se levanta. En el jardín / el colibrí junto a la rosa / lo distrae por un instante. / Después nada / Los mismos afanes bajo el sol, / temores y hábitos / como una batalla interminable” (Gilgamesh, el inmortal).
Poeta y narrador, Guevara ha obtenido también el premio de cuento José María Arguedas (1979), de ahí su destreza en el manejo de la palabra, tanto en el verso como en la prosa.
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* Guevara Morán, Carlos. Lima: Trobar Clus, 1987.
Reseña publicada en: “Vitrina de Papel”. La Palabra, suplemento del diario Actualidad. Lima, 3 de abril de 1988, p. XV.
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