Donde
se habla del poeta José Cerna y de sucesos relativos a estos tiempos
Luis Alberto Castillo
Este
texto fue leído a modo de preámbulo en la presentación del libro Sujeto a cambio. De las relaciones del texto y la sociedad en la escritura de César
Vallejo de José Cerna Bazán, el año 2004, en el auditorio de la Escuela
Nacional de Folklore José María Arguedas. La disertación sobre la obra en sí estuvo
a cargo de Juan Luis Dammert.
Sabíamos de su existencia por sus poemas aparecidos
en las revistas de Hora Zero, en Harawi,
en la selección Estos trece de José
Miguel Oviedo (1974); en la Antología de
la poesía peruana de Alberto Escobar (1973), pues él no frecuentaba el
aserrín del Palermo. Mas un día, cuando algunos jóvenes aprendices de poetas
veíamos morir la tarde desde una mesa de la famosa taberna de La Colmena,
alguien comentó: “Ahí va el poeta José Cerna”. Era un muchacho con gruesos
lentes de montura negra que vestía un saco verde, quien pasaba abrazando a una
valquiria y oteando hacia el fondo de la mítica cantina.
Eran años de mística poética, de parricidios
literarios, de rupturas y broncas generacionales; en los que melenudos y
barbados liróforos incendiaban la pradera a punta de poemas y manifiestos;
cuando las guitarras eléctricas y baterías de Los Beatles, Los Rolling Stones,
Los Doors y demás fauna rockera atronaban nuestros oídos en las noches de paz,
música y amor; el mundo era bipolar y pendían sobre la humanidad no sé cuántas
bombas de hidrógeno; los vietnamitas hacían mierda a los yanquis; y el poeta
José Cerna Bazán, tras cruzar bosques, ríos y cordilleras desde su natal
Chachapoyas, habitaba entre nosotros, estudiaba Lingüística en San Marcos, leía
el Anti-Düring y a Rimbaud, escuchaba
a John, Paul, George & Ringo, Hendrix, Dylan…, al Picaflor de los Andes, a
Flor Pucarina…, y escribía los hermosos poemas que fue dando a conocer en las
publicaciones antes mencionadas, en revistas editadas por estudiantes
sanmarquinos como Textos, Escritura, Aguardiente, o en la notable revista que dirigiera Isaac Rupay: Eros, entre otras; textos cuya calidad
le valió ser considerado en las más importantes antologías poéticas sin haber
publicado hasta entonces ningún libro.
A mediados de la década del setenta, el semiólogo
Santiago López Maguiña me presentó a José Cerna a la entrada del Pabellón de
Letras de la Ciudad Universitaria de San Marcos. Por entonces quien estaba a su
lado ya no era la muchacha de blonda cabellera. Días van, días vienen, hasta
que una mañana, el poeta de gruesos lentes de montura negra –esos no los había
cambiado– nos propuso asistir a un festival folclórico en Ansieta, más allá del
cementerio El Ángel, en el que participarían Flor Pucarina, Flor de Huancayo y
otras flores de la canción vernacular… Ocasión que, por cierto, quienes
teníamos –y ahora tenemos más aún– interés por la cultura andina, no podíamos
dejar pasar. En dicho grupo nos encontrábamos, entre otros, el semiólogo ya
mencionado, Enrique Sánchez Hernani, José Morales Saravia, Juan Luis Dammert y
quien esto escribe. Esta experiencia –que se repitió en diversas oportunidades,
como cuando asistimos a las presentaciones de Juan Bolívar, el Zorzal Jaujino,
de Jaime Guardia, o cuando por nuestra cuenta acudimos al Coliseo Nacional de
La Victoria, que lamentablemente ya no existe– tuvo repercusiones muy
importantes en muchos de nosotros, a la hora de identificarnos con nuestro
entorno sociocultural.
Los años fueron transcurriendo, y entonces el principio
de realidad fue atrapando nuestras vidas. Se derrumbaron ciertos muros, algunos
hablaron del fin de la historia, otros de las utopías arcaicas, muchos más
cambiaron sus credos y se convirtieron a la fe del mercado, el mundo se volvió
unipolar y las masacres contra los pueblos indefensos se tornaron cotidianas y
ya no merecen la condena de las vacas sagradas de la intelectualidad. El poeta
nuevamente emigró, y publicó un libro de poemas: Ruda.
Nota
bene. A continuación se incluyen sendas reseñas sobre el poemario Ruda y el libro Sujeto a cambio… de JCB, publicadas en su oportunidad en la revista
La Casa de Cartón.
Reseñas
JOSÉ CERNA. Ruda. Lima: Lluvia Editores, 2002.*
Libro singular éste, el primero –hasta donde
sé– de José Cerna Bazán (Chachapoyas, 1949). La carátula es una cartulina color
verde claro, formato 25 X 34, donde solo aparece la palabra ruda, en letras negras y en minúscula.
Ninguna mención del autor ni otro indicio que nos diga que es un poemario, que
recién lo sabremos cuando en las primeras líneas de la primera página del libro
leamos: “vase encima del aire esa música metálica…”.
Todas estas
características responden, creo yo, a un propósito del autor: el de hacer más
relevante el poema. Más allá de las características gráficas de este libro, lo
singular también está en el texto: el poema narra un viaje en un microbús
repleto de pasajeros. Parodiando a los argonautas, la odisea de estos
“micronautas” se inicia en el puente que une Acho con la avenida Abancay, y se
enrumba hacia San Juan de Lurigancho, ascendiendo hasta los cerros grises, en
las zonas altas de Lima: “… aquí voy ensartando dice / ya, ya, ya, cada quien /
dice, y cada quien se rasca / su bolsillo / su miseria”.
El poema representa el
microcosmos urbano, que a su vez es
la representación de la realidad social que caracteriza a gran parte de la
población del mundo entero.
***********
*
Castillo, Luis Alberto. Sección “Ex Libris”. La Casa de Cartón. Revista de Cultura. II Época, núm. 26. Lima,
invierno-primavera del 2004.
******
JOSÉ
CERNA BAZÁN. Sujeto a cambio. De las
relaciones del texto y la sociedad de la escritura de César Vallejo.
Trujillo: Universidad Nacional de Trujillo/ABC Publicidad, 2004.*
Autor
de Ruda (2002), su único poemario
édito, y de un gran número de poemas dispersos en revistas y antologías, el
poeta José Cerna Bazán (Chachapoyas, 1949) incursiona en el ensayo de largo
aliento, a través de Sujeto a cambio.
De las relaciones del texto y la sociedad
de la escritura de César Vallejo.
La
investigación de Cerna tiene como objeto de análisis la obra vallejiana
correspondiente al ciclo que va de 1914 a 1923, que comprende sus primeras
publicaciones: Los heraldos negros y Trilce, y los libros de relatos Fabla salvaje y Escalas melografiadas, trabajo en el que no privilegia el texto ni
el contexto, sino que busca establecer –como lo indica el título– la relación
entre el primero y el segundo.
Al
definir el marco sociohistórico de la escritura vallejiana, Cerna, siguiendo a
Calinescu, habla de dos modernidades: la burguesa, basada en el positivismo y
expresada en el avance del capitalismo y el progreso tecnológico de la época;
y, de otro lado, la modernidad estética, que se manifiesta como culturalmente
crítica contra los valores de la primera, y que se concretará a través de las
vanguardias artísticas; al aplicar estos conceptos a la realidad peruana la
caracteriza como una modernidad marginal.
Páginas
más adelante Cerna esboza el perfil sociocultural en el que se generan los
textos vallejianos, y nos habla del surgimiento en el país de organizaciones
políticas, intelectuales y artísticas; en las que destaca sobre todo la figura
de Abraham Valdelomar.
Tras
el necesario prolegómeno, Cerna aborda el análisis y la interpretación del
texto, en donde nos habla del sujeto poético; del heraldo y del infante, así
como de ámbitos a los que denomina como Belén y Bizancio, entre otros aspectos
de este trabajo, que enriquece notablemente la hermenéutica de la obra
vallejiana.
*************
* Castillo, Luis Alberto. Sección “Ex
Libris”. La Casa de Cartón. Revista
de Cultura. II Época, núm. 27. Lima, verano del 2005, p. 52.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario