martes, 25 de julio de 2023

Fuera del juego


 

Heberto Padilla


 
Fuera del juego

A Yannis Ritzos, en una cárcel de Grecia.

 

¡Al poeta, despídanlo!
Ese no tiene aquí nada que hacer.
No entra en el juego.
No se entusiasma.
No pone en claro su mensaje.
No repara siquiera en los milagros.
Se pasa el día entero cavilando.
Encuentra siempre algo que objetar.

¡A ese tipo, despídanlo!
Echen a un lado al aguafiestas,
a ese malhumorado
del verano,
con gafas negras
bajo el sol que nace.
Siempre
le sedujeron las andanzas
y las bellas catástrofes
del tiempo sin Historia.
Es
incluso
anticuado.
Sólo le gusta el viejo Armstrong.

Tararea, a lo sumo,
una canción de Pete Seeger.
Canta,
entre dientes,
La Guantanamera.
Pero no hay
quien lo haga abrir la boca,
pero no hay
quien lo haga sonreír
cada vez que comienza el espectáculo
y brincan
los payasos por la escena;
cuando las cacatúas
confunden el amor con el terror
y está crujiendo el escenario
y truenan los metales
y los cueros
y todo el mundo salta,
se inclina,
retrocede,
sonríe,
abre la boca
“pues sí,
claro que sí,
por supuesto que sí...”
y bailan todos bien,
bailan bonito,
como les piden que sea el baile.
¡A ese tipo, despídanlo!
Ese no tiene aquí nada que hacer.

De Fuera del juego, 1968

miércoles, 5 de julio de 2023

Búsqueda de la poesía

 Búsqueda de la poesía

 

Carlos Drummond de Andrade


 
No hagas versos sobre acontecimientos.
No hay creación ni muerte ante la poesía.
Frente a ella, la vida es un sol estático,
no calienta ni ilumina.
Las afinidades, los aniversarios, los incidentes personales no cuentan.
No hagas poesía con el cuerpo,
ese excelente, completo y confortable cuerpo, tan adverso a la efusión lírica.
Tu gota de bilis, tu mueca de gozo o de dolor en la oscuridad
son indiferentes.
Ni me reveles tus sentimientos,
que se aprovechan del equívoco e intentan el largo viaje.
Lo que piensas y sientes, eso aún no es poesía.
No cantes a tu ciudad, déjala en paz.
El canto no es el movimiento de las máquinas ni el secreto de las casas
No es música oída al pasar; rumor del mar en las calles junto a la línea de espuma
El canto no es la naturaleza
ni los hombres en sociedad.
Para él, lluvia y noche, fatiga y esperanza nada significan.
La poesía (no saques poesía de las cosas)
elide sujeto y objeto.
No dramatices, no invoques,
no indagues. No pierdas el tiempo en mentir.
No te enfades.
Tu yate de marfil, tu zapato de diamante,
vuestras mazurcas e ilusiones, vuestros esqueletos de familia
desaparecen en la curva del tiempo, son algo inútil.
No recompongas
tu sepultada y melancólica infancia.
No osciles entre el espejo y la
memoria en disipación.
¿Que se disipó?, no era poesía.
¿Que se rompió?, cristal no era.
Penetra sordamente en el reino de las palabras.
Allí están los poemas que esperan ser escritos.
Están paralizados, pero no hay desesperación,
hay calma y frescura en la superficie intacta.
Hélos solos y mudos, en estado de diccionario.
Convive con tus poemas antes de escribirlos.
Ten paciencia, si oscuros. Calma, si te provocan.
Espera que cada uno se realice y se consume
con su poder de palabra
y su poder de silencio.
No fuerces al poema a desprenderse del limbo.
No cojas del suelo el poema que se ha perdido.
No adules al poema. Acéptalo.
como él aceptará su forma definitiva y concentrada
en el espacio.
Acércate más y contempla las palabras.
Cada una
tiene mil rostros secretos bajo la faz neutra
y te pregunta, sin interés por la respuesta,
pobre o terrible, que pudieras darle:
¿Trajiste la llave?
Observa:
yermas de melodías y conceptos
se refugiaron en la noche, las palabras.
Todavía húmedas, impregnadas de sueño,
ruedan en un río difícil y se transforman en desprecio.